Mary Shelley
“Si seres tan hermosos eran desdichados, no era de extrañar que yo, criatura imperfecta y solitaria, también lo fuera”
Frankenstein, de Mary Shelley, es un relato cargado de emociones intensas. Narra la historia de un científico que crea un ser a partir de materia muerta, pero al darse cuenta de que ha creado un monstruo, lo abandona.
Rechazo, soledad y dolor son algunas de las palabras que vienen a mi mente cuando pienso en Frankenstein. Fue rechazado por su creador y por los seres humanos. Como les atemorizaba y les desagradaba su aspecto físico, no le dieron la oportunidad de mostrarles quién era. Me pregunto, ¿cuál es el verdadero monstruo en la historia?
En la actualidad, cuántas personas no tienen las mismas oportunidades laborales por el color de su piel o por discapacidad física. En los colegios, cuántos chicos son discriminados por cómo lucen. Catalogamos a los demás según su apariencia y rechazamos a los que son diferentes.
Frankenstein, al igual que nosotros, tenía una profunda necesidad de ser amado, de pertenecer, de ser aceptado incondicionalmente. ¿Sabemos amar sin condiciones?